Me soñé que en la calle me encontraba 3 perritos cafés y que me los llevaba a mi casa. Como estaban sucios debía bañarlos, y como eran cachorritos lo hacía con agua tibia, pero en una caja de cartón (no sé por qué). Así, a pesar de las burlas de mi mamá debido a mi viveza a la hora de escoger el recipiente, el agua no se regaba y yo completaba mi labor de bañar y secar a los perritos con una toalla blanca. No sé qué pasó al fin con los perritos, pues en ese momento ya era hora de levantarme.
Hoy quiero contar que me encantan los perros (cuadrúpedos, valga la aclaración), especialmente los de la calle. Aunque tengo perro y casi casi es el rey de la casa, soy de esas que tiene por amigo a cuanto canchoso ha conocido, que todas las noches les compra pan a los que viven al frente de la casa, que da plata para que los saquen de la perrera cuando el camión se los lleva, que recoge al perrito que atropelló un carro y lo lleva al veterinario, y que sufre cada que ve a uno de ellos sufriendo. Aunque me duele reconocerlo, me pasa mas con los perros que con las personas que viven en la calle.
De ellos me gusta su lealtad, su fidelidad, su incondicionalidad, sus ilimitadas demostraciones de afecto, su desinterés. Por algo dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, y soy de las que creen fervientemente en eso, por dos razones: porque si su interés fuera la comida que la gente les da no habría tanto indigente con un perro como única compañía, y porque aunque uno este de mal genio, huela feo, no les de lo que quieren, etc., ellos siempre están ahí moviendo la cola y poniendo cara de ponqué cuando uno los voltea a mirar.
Además lo creo porque aunque cuento con verdaderos amigos humanos (afortunadamente), hay mucha gente que pasa por la vida de uno pero pocas en realidad llegan a estar ahí en las mejores y en las peores situaciones. Y justamente cuando aparecen el desinterés, la incondicionalidad, y la lealtad en todos esos momentos, es que hay un amigo en potencia.
Aunque el sueño es medio bobo y aunque el símil pueda ofender, hoy sólo quería rendir un pequeño homenaje a mis amigos humanos reales (no los imaginarios), pues mi vida es más bonita sabiendo que cuento con ellos. Se les quiere.
Hoy quiero contar que me encantan los perros (cuadrúpedos, valga la aclaración), especialmente los de la calle. Aunque tengo perro y casi casi es el rey de la casa, soy de esas que tiene por amigo a cuanto canchoso ha conocido, que todas las noches les compra pan a los que viven al frente de la casa, que da plata para que los saquen de la perrera cuando el camión se los lleva, que recoge al perrito que atropelló un carro y lo lleva al veterinario, y que sufre cada que ve a uno de ellos sufriendo. Aunque me duele reconocerlo, me pasa mas con los perros que con las personas que viven en la calle.
De ellos me gusta su lealtad, su fidelidad, su incondicionalidad, sus ilimitadas demostraciones de afecto, su desinterés. Por algo dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, y soy de las que creen fervientemente en eso, por dos razones: porque si su interés fuera la comida que la gente les da no habría tanto indigente con un perro como única compañía, y porque aunque uno este de mal genio, huela feo, no les de lo que quieren, etc., ellos siempre están ahí moviendo la cola y poniendo cara de ponqué cuando uno los voltea a mirar.
Además lo creo porque aunque cuento con verdaderos amigos humanos (afortunadamente), hay mucha gente que pasa por la vida de uno pero pocas en realidad llegan a estar ahí en las mejores y en las peores situaciones. Y justamente cuando aparecen el desinterés, la incondicionalidad, y la lealtad en todos esos momentos, es que hay un amigo en potencia.
Aunque el sueño es medio bobo y aunque el símil pueda ofender, hoy sólo quería rendir un pequeño homenaje a mis amigos humanos reales (no los imaginarios), pues mi vida es más bonita sabiendo que cuento con ellos. Se les quiere.
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